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La Revista

¿Dónde está mi orgullo? Sobre vivir con una discapacidad, ser queer y nativa

El orgullo es un concepto extraño para mí. A medida que se acercan los meses del orgullo 2SLGBTQIA+ y del orgullo de la discapacidad en los llamados “Estados Unidos”, he estado pensando mucho en lo que significa encontrar alegría, además de orgullo, en mí misma y en mis circunstancias. Como persona bisexual y dos espíritus, estoy orgullosa de ser queer y del papel que desempeño en mis comunidades, pero ¿estoy orgullosa de vivir con una discapacidad? No tanto.

La incapacidad intencionada de mi cuerpo indígena es una fuente devtrauma, dolor, y rabia. Es muy probable que no hubiera sufrido más de cuarenta años de dolor, ni tuviera enfermedades autoinmunes, disautonomía, asma y muchas otras enfermedades si no fuera indígena. No es casualidad que las personas indígenas alrededor del mundo tengan tasas más altas de discapacidad y enfermedades que las personas no indígenas. Según las Naciones Unidas, el 15%
de la población mundial vive con alguna discapacidad. Aunque no hay datos sobre la tasa de personas indígenas que viven con discapacidad a nivel mundial; los datos para los llamados “Estados Unidos”, “Canadá”, “Australia” y “Nueva Zelanda” muestran que las personas indígenas tienen las tasas por habitante más altas de discapacidades frente al resto de la población. Hemos sufrido siglos de brutalidad que han dejado a nuestras naciones plagadas de heridas, enfermedades, y traumas intergeneracionales.

A quienes nuestros colonizadores no pudieron matar, se quedaron sufriendo durante generaciones. Si yo no hubiese crecido rodeada de extracción de petróleo, gas y residuos de uranio, ¿tendría una mejor salud? Seguramente. Numerosos estudios han demostrado que las personas que viven cerca de zonas contaminadas y tóxicas tienen tasas significativamente más altas de enfermedades autoinmunes, cáncer, cardiopatías y muchas otras. Si mi pueblo no conociera las continuas indignidades, violaciones y terror de un genocidio en curso y no reconocido, ¿mejoraría mi salud? Por supuesto que sí.

Quiero que mis familiares con discapacidad, indígenas o no, se quieran y se sientan orgulloses de sí mismes, pero me parece un verdadero privilegio, y francamente un poco mortificante, esperar que una persona indígena con discapacidad se proclame orgullosa de serlo.

También temo por la juventud queer y su capacidad de sentir orgullo cuando sus vidas están siendo atacadas. Hasta el 19 de abril del 2024, la ACLU ha investigado 487 proyectos de ley anti-queer en los llamados “Estados Unidos”. En Oklahoma, mi estado natal, se han debatido 54 proyectos de ley en la legislatura estatal con el objetivo de restringir el derecho a la vida de las personas 2SLGBTQIA+, la cifra más alta de todos los estados hasta la fecha. La muerte del joven Choctaw de dos espíritus y trans, Nex Benedict, ha sido especialmente difícil para mí. A los catorce años, fui a la escuela en Owasso, Oklahoma, donde Nex era estudiante. Recuerdo como los alumnos blancos me acosaban sin piedad por haber intentado suicidarme un año antes. Faltaba constantemente a clase porque no soportaba estar ahí. Era demasiado duro luchar contra discapacidades y traumas mientras me acosaban. Mi vida familiar tampoco era un paseo. No puedo imaginarme si no estaría viva hoy si hubiese sabido entonces que era queer.

Tras la muerte de Nex, el senador de Oklahoma Tom Woods declaró en un foro público organizado en Tahlequah, la capital de la Nación Cherokee, que “represento a un electorado que no quiere esa porquería en Oklahoma”, refiriéndose a las personas 2SLGBTQIA+. El candidato de 2022 a representante estatal, Scott Esk, declaró que cree que las personas queer deberían ser “lapidadas hasta la muerte.” En mi último viaje a casa en el 2019, para cubrir una conferencia liderada por personas nativas contra la extracción de petróleo y gas en Ponca City, recibí una avalancha de correos de odio en respuesta a mi reportaje que incluía un mensaje diciendo que debería ser apedreada hasta la muerte. Dado que Oklahoma tiene 38 tribus reconocidas a nivel federal y una de las mayores poblaciones de personas indígenas americanas y nativas de Alaska en los llamados “Estados Unidos”, estos casos de anti-queerismo son problemas nativos y deben ser abordados por nuestres líderes tribales.

Mi tribu, la Nación Cherokee de Oklahoma, ha publicado varias declaraciones relacionadas con Nex en las que hablan de lo horrible que es la pérdida de un niño, especialmente la de un niño nativo. Pero se negaron a reconocer el anti-queerismo responsable de la muerte de Nex. La colonización, asimilación y cristianización de la Nación Cherokee ha dado lugar a una lucha contra la igualdad que va desde intentos extremos de restringir los derechos de las personas 2SLGBTQIA+ y el uso de discursos de odio hasta simplemente ignorar nuestra existencia y nuestras necesidades. Como resultado de esta violencia y odio dentro de mi tribu, no voy a casa para el Homecoming anual Cherokee o cualquier otro evento. He tenido experiencias abiertamente anti-queer en actos celebrados por nuestra tribu en Washington DC, donde vivo actualmente. Si a esto se le añade la falta de acceso para personas con discapacidad o de atención a nuestra ciudadanía con  discapacidad, me quedo sin capacidad ni motivo para ser parte de mi nación tribal. Me siento aún más desconectada de mi pueblo por el odio que sienten hacia las personas queer y con discapacidad. ¿Cómo pueden mis compañeres Cherokees y nuestros líderes electos decir que viven sus vidas con el principio de gadugi, que significa que trabajamos juntos para servir a la tribu en lugar de a uno mismo cuando ignoran las repetidas amenazas directas a las propias vidas de nuestras personas 2SLGBTQIA+?

Sigo alzando mi bandera del orgullo y proclamando en voz alta y con frecuencia que soy una ciudadana bisexual, de dos espíritus, con discapacidad de la Nación Cherokee porque me niego a que me borren, pero esto no cambiará mis circunstancias. Necesito algo más que celebraciones del orgullo, hashtags y desfiles que me excluyen. Necesito ver que mis comunidades trabajan para garantizar prácticas de justicia para las personas con discapacidad, y esto significa mucho más que el mero cumplimiento de la Ley de Estadounidenses con Discapacidades. Necesito ver que las vidas de las personas de dos espíritus e Indigequeer son celebradas y protegidas por todos, no solo por nosotres mismes.

La cantidad de injusticias que se desprenden de llevar una vida con dolor crónico en los llamados “Estados Unidos” rara vez se discuten con brutal honestidad ni los que la sufrimos vemos la posibilidad de alegría en nuestras vidas. Pero hay alegría en medio del dolor. Las infusiones de ketamina me han aportado una especie de alegría a pesar de mi discapacidad, porque he encontrado un camino hacia un futuro por el que vale la pena luchar. Es difícil pensar en el futuro con ilusión y entusiasmo cuando la única certeza que conozco es la del dolor. La ketamina, así como mi scooter amarillo brillante para personas con discapacidad que me ahorra cantidades incalculables de dolor y fatiga, las plantas medicinales, el conocimiento compartido y el apoyo que he encontrado en los espacios de justicia para las personas con discapacidad me han llenado de esperanza. Y dentro de esta esperanza, algún día podrá haber más espacio para el orgullo.

‘¿Dónde está mi orgullo?’ también será parte de la revista SICK, edición 6, una publicación anual impresa que busca dar espacio y representar a la comunidad de personas con discapacidad y desafiar los estereotipos que erróneamente se han construido alrededor de ellas. Fundada en Norwich, Reino Unido, en 2019, la revista SICK funciona con base en Maine & Londres. Ordena la edición 6 y entérate sobre la revista SICK en www.sickmagazine.org.

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Sobre la persona autora:

Jen Deerinwater, Directora Ejecutiva y Fundadora de Crushing Colonialism, es una ciudadana bisexual, Two-Spirit, con múltiples discapacidades, de la Nación Cherokee de Oklahoma, y una periodista y organizadora galardonada que cubre la gran variedad de problemas que enfrentan las comunidades indígenas, con una perspectiva interseccional.