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La Revista

La historia no contada de la supervivencia, el idioma y la devastación colonial de las Islas Aleutianas

Alaska shoreline and islands shrouded in fog

Voy a contarles una historia. Es una historia de dolor, sangre, resiliencia y supervivencia. Es una historia contada en mi familia a través de la tradición oral y que corre por mis venas. Es mi historia. 

Comienza en Unalaska, una de las islas Aleutianas que se encuentra al oeste del continente de Alaska. Nuestra comunidad Nativa, el pueblo Qawalangin, vivía en armonía con la naturaleza y con las tribus vecinas. Había respeto por el entorno, el cambio estacional entre las noches largas y frías de invierno, y los frescos e interminables días de verano, por el próspero ecosistema de vida silvestre e incluso por el olor del océano al amanecer.

La caza solo se hacía por necesidad y se aprovechaba cada parte del animal. La carne proporcionaba alimento, los órganos huecos proporcionaban aislamiento, los huesos se convertían en herramientas y la grasa alimentaba el fuego. Les cazadores se adentraban en el mar en kayak y le pedían su gracia al océano, y cuando capturaban un animal, pedían la bendición del espíritu del animal. Todo estaba conectado a través de un lenguaje espiritual, un lenguaje no escrito y unificador que trascendía las tribus y sus dialectos.

Entonces, un día, una gente extranjera llegó en grandes barcos, hablando un idioma extraño que carecía de la bondad trascendente. Su lenguaje estaba impregnado de codicia material y envuelto en doctrina religiosa. Eran exploradores del Imperio ruso que buscaban expandir su capital y difundir la palabra de la Iglesia Ortodoxa Rusa. Poco después de su llegada en 1741, los rusos se concentraron en un descubrimiento: la abundancia de osos marinos.

El oso marino del norte o ártico era una especie próspera en la región y su relación con mis antepasades ​​era imperativa para su supervivencia. Les Aleutianes conocían la naturaleza del oso marino, cuándo cazarlo y cuándo mostrarle respeto y dejarlo en paz. Sin embargo, para los rusos, esta especie era una mina de oro que podía explotarse para el comercio de pieles, particularmente con el Imperio chino. Los rusos comenzaron a enviar cazadores de pieles a la región, pero rápidamente se dieron cuenta de que sus cazadores carecían de la habilidad y la paciencia (la conexión espiritual y el respeto) de les cazadores Aleutianes.

Los rusos saquearon aldeas, robándoles sus pieles y recursos, y no les dejaron a mis antepasades ​​otra opción que negociar con sus opresores. Lo que comenzó como una oferta de servidumbre Aleutiana a cambio de preservar a sus familias, terminó en la esclavitud generalizada de miles de personas Aleutianas a manos del Imperio ruso.  Una vez esclavizadas, las personas Aleutianas se vieron obligadas a volverse contra su cultura y dejaron de vivir en armonía con la naturaleza.

Dentro de la cultura de caza de las tribus Aleutianas, había ciertas islas y terrenos de caza que eran respetados y mantenidos fuera de los límites para mantener el equilibrio dentro del ecosistema acuático. Entre estas zonas protegidas se encontraban las islas Pribilof, las principales zonas de apareamiento de osos marinos en la región, al norte de la cadena de islas Aleutianas. Conocidas como “Amiq” por les Aleutianes, las islas ubicadas a 240 millas al norte, fueron descubiertas por Gavriil Pribylov en 1786 y rebautizadas como San Pablo y San Jorge, en honor a figuras clave de la religión ortodoxa rusa. Estas islas fueron respetadas y dejadas deshabitadas por las personas Nativas, pero eso pronto cambió con el surgimiento de la rentable industria de las pieles.

Los rusos rápidamente establecieron un sistema de caza y comercio en las islas y obligaron a les cazadores Aleutianes a matar osos marinos para obtener sus pieles. Pero los rusos fueron aún más lejos. Motivados ​​por la codicia, insistieron en que las pieles estuvieran intactas para conservar su máximo valor. Castigaban a cualquiera que dañara el pelaje al matar al animal y, en última instancia, obligaban a les cazadores Aleutianes a matarlos a garrotazos. Mis antepasades tuvieron que golpear a los osos marinosas  durante horas, siendo testigos de sus gritos, sin discriminar su edad o el sexo, en terreno ceremonial. Una vez que se obtenían las pieles, el animal entero era arrojado al océano y desperdiciado. Las islas Pribilof se convirtieron en un baño de sangre que trajo riquezas a los rusos y destrucción psicológica a las personas Aleutianas. Varias optaron por quitarse la vida para evitar que su espíritu causara tanto dolor al oso marino y a la tierra. 

A menudo, les cazadores llevades a las islas por los rusos nunca regresaban a casa. Las islas Pribilof se convirtieron en un campo de caza de osos marinos que era visto como una fuerza de las tinieblas que se cobraba vidas misteriosamente. La compañía rusa-estadounidense encargada de dirigir las operaciones en la región para beneficio económico de la corona rusa reconoció que dependían de la mano de obra Nativa para su éxito. 

Obligaron a la gente de los pueblos Nativos a firmar un contrato que exigía el trabajo de la mitad de todos los hombres que tenían entre 18 y 50 años. Esta fue la solución a corto plazo que emplearon los rusos para satisfacer la creciente demanda de pieles y la creciente necesidad de cazadores estacionados en estos campamentos, y provocó la muerte de miles de hombres Nativos más y fomentó la destrucción de las comunidades Nativas. La población de osos marinos quedó casi destruida. No fue hasta 1848, más de 100 años después de la llegada de Rusia a la región, que la empresa restringió la matanza de hembras y crías de osos marinos, cuando la población de esta especie cayó aproximadamente un 80 % y amenazó sus ganancias.

A medida que los rusos obtuvieron más ganancias, también se volvieron más crueles. Los rusos estacionados en la isla ponían en fila a les esclaves Aleutianes frente a un cañón y hacían apuestas sobre cuántos cuerpos atravesaría la bala de cañón como si fuera un deporte. Esta acción frecuente para ejercer el poder y generar miedo fue una de las principales causas de muerte en les Indígenas Aleutianes, después de las enfermedades extranjeras y el suicidio.

La compañía rusa-estadounidense continuó estableciendo contratos con comunidades para asegurar el control sobre la vida de las islas Aleutianas, asegurando la provisión de mano de obra esclava a estas plantaciones de caza. Entre 1741 y 1866, la población Aleutiana se redujo en un 75 %, de alrededor de 18.000 personas, en el momento de la llegada de los rusos, a 4.400 justo antes de la compra de Alaska. Esta fue una destrucción de la lengua y la cultura, no a través de la asimilación sino de la masacre colonial.

La colonización rusa de Alaska tuvo un impacto más fuerte en mi gente, les Aleutianes, que en cualquier otro grupo Nativo de Alaska, debido a su temprano encuentro y su dependencia mutua. A pesar de la devastación del antiguo estilo de vida de les Aleutianes, debido a la caza forzada de osos marinos, muchas costumbres y tradiciones rusas comenzaron a invadir el grupo de islas. Los más influyentes fueron los misioneros de la Iglesia Ortodoxa Rusa, quienes recibieron instrucciones de difundir la palabra de Dios mediante la educación, a través de la predicación y el texto escrito. Se invirtieron recursos en este proyecto y, en 1831, se creó un alfabeto fonético para imitar los sonidos del idioma Aleutiano, conocido como “alfabeto Aleutiano Fox”. 

En ese momento, toda la educación estaba controlada por los rusos. Enseñaron a les habitantes de las islas Aleutianas a leer y escribir utilizando la Biblia ortodoxa. Se enviaron varios traductores rusos e intelectuales gramaticales a la región para apoyar la creación de un dialecto ruso-aleutiano y, diez años después de su creación, se creó un diccionario Aleutiano. Casi todos los habitantes de las islas Aleutianas tenían algún nivel de alfabetización en este nuevo dialecto. Con este aumento en las tasas de alfabetización de les Natives, tanto en el “alfabeto Aleutiano Fox” como en el dialecto ruso-aleutiano, se escribieron y preservaron varias historias familiares para la siguiente generación.

La tradición oral comenzó a virar hacia la escritura: fue entonces cuando la lengua Nativa Qawalangin comenzó a desplomarse. Las generaciones más jóvenes fueron enviadas a la escuela para aprender los dialectos contemporáneos y el “alfabeto Aleutiano Fox”, permitiendo solo la práctica del idioma original en su propio hogar. El alfabeto ruso-aleutiano también simplificó demasiado ciertos sonidos únicos que la fonética rusa no podía imitar, incrementando aún más la división entre las generaciones de jóvenes y mayores.

Este repentino impulso a la alfabetización, utilizando un lenguaje híbrido envuelto en dogmatismo, también condujo a la expansión de la ortodoxia rusa y al establecimiento de iglesias en todas las islas, con líderes Aleutianos designados como representantes de la Iglesia. Entre estos líderes se encontraba mi cuarto bisabuelo Qawalangin, Shayashnikov, quien lideró un movimiento para difundir la alfabetización rusa entre sus pueblos Nativos. Ayudó a establecer varias iglesias y las utilizó como sustitutos para la educación del lenguaje y la alfabetización contemporáneos. También fue maestro durante varios años y ayudó en la traducción de la Biblia ortodoxa en el “alfabeto Aleutiano Fox”.

Él utilizó la lengua de un país extranjero como medio para preservar su cultura. Varios de sus documentos civiles, antropológicos y religiosos han sobrevivido y han sido vitales para comprender la expansión del idioma ruso. Primero designado para dirigir una iglesia en los Pribilof, Shayashnikov luego regresó a nuestra tierra natal de Unalaska y dirigió la famosa Catedral de la Santa Ascensión cerca de Dutch Harbor, Unalaska, donde están enterradas generaciones de mi familia. En 1865, la Iglesia rusa había establecido 21.000 escuelas en la región, con una población estudiantil registrada de 400.000 estudiantes Aleutianes.

Cuando los mal llamados “Estados Unidos” compraron el territorio de Alaska a Rusia en 1867, el Gobierno hizo pocos cambios en la recién formada sociedad ortodoxa Aleutiana. Se mantuvo la industria de la caza y el pelaje de osos marinos, y se ofrecieron pocos recursos a los pueblos Nativos en la transferencia de poder. Sin embargo, los “Estados Unidos” sí utilizaron a las tribus Aleutianas para una disciplina nacional de gran curiosidad en ese momento: la antropología.

La Asociación Estadounidense de Antropología se estableció en 1902 y organizó varias exhibiciones nacionales de pueblos extranjeros y capturados para el público. Uno de estos eventos fue la Exposición de Kansas de 1904, una feria que mostraba a miles de pueblos Indígenas de toda la nueva América después de la compra de Luisiana, incluidos los Nativos de Alaska. Dentro de esta exhibición, mi bisabuela estaba apenas vestida y puesta en una jaula de vidrio para que la gente la viera, mal etiquetada como “esquimal”. Esta indignidad le fue contada a mi madre durante la vida de mi bisabuela y seguirá siendo compartida a lo largo de mi futuro.

Ahora, solo quedan aproximadamente 8.000 Unangan dentro del territorio de Alaska, y menos de 150 hablantes de nuestra lengua Nativa que existía desde antes del “descubrimiento” de nuestro pueblo. El idioma es la esencia de nuestra cultura; tanto el lenguaje que nuestra boca habla a los oídos de los demás, como el lenguaje entre nuestro espíritu y la inmensidad del universo. Usamos idiomas extranjeros, ruso e inglés para mantener viva nuestra cultura. Depende de nosotres, como futuro de nuestro pueblo, compartir nuestra historia y empoderar la causa para rehabilitarlo.

En la realización de esta pieza colaboró ​​R. Ofunshi Hernandez Abreu.

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Sobre la persona autora:

Akinbemi River Hernandez Abreu es un estudiante de tercer año en la carrera de pre-medicina, con especialización en Biología, en la Universidad de Columbia, en la ciudad de Nueva York. Es miembro de la tribu Qawalangin de Unalaska, reconocida a nivel federal, y es de ascendencia afro-cubana. Ha sido pasante en las Naciones Unidas desde 2022, trabajando como aprendiz en el Comité de la ONU sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas y en el Grupo de Trabajo de la ONU sobre Minería. Es percusionista mundial y se desempeña como tesorero de la organización Colombia Acuerdo de Paz, con sede en Washington, DC.