Aprendiendo a tocar el tambor y a estar en ceremonia. 

Haciendo mi propio tambor, 

de piel y tendones de venado, guiada por las manos sabias y los ojos vigilantes de una persona mayor. Festejando mi tambor, siguiendo el protocolo. 

Cuidando mi tambor, envolviéndolo en una hermosa tela roja natural. Ofreciendo tabaco, aprendiendo sobre el 

respeto a través de mi tambor. 

Difuminándome a mí y a mi tambor, ganando claridad y sintiendo renovación.

Tocando tambores en comunidad, 

En círculos cómodos y en círculos energéticos, con bebés y con mayores. Tocando el tambor por mi cuenta para conectarme, afuera con el viento, la nieve, la lluvia cayendo suavemente sobre mi cara. 

Tamborileando en el bosque y notando que los ciervos no se asustaban ni por mí ni por mi tambor.

Tocando el tambor en lugares seguros. 

Tocando el tambor en los espacios del colonizador. 

El tamborileo como resistencia.

Tamborileando con alegría. 

Tamborileando con duelo. 

Tocar el tambor para sentir consuelo.

Sintiendo seguridad, conexión, y libertad. 

Aprendiendo canciones de mi pueblo. 

Encontrando mi voz, a coro con otras personas.

Conocer a mi tambor como mi abuela es una relación de cariño. 

Apreciando la habilidad de una persona mayor que cosió y reparó mi tambor roto.

Comprendo profundamente las lecciones que me ha enseñado mi tambor.

Dependiendo de mi tambor para sobrevivir. 

Sintiendo el profundo dolor cuando un colonizador malévolo destruyó mi tambor. Tambor irreparable, eso me salvó.

Ceremonia por mi tambor roto. 

En duelo por la pérdida de mi tambor. 

Recordando respirar al ritmo de mi corazón, de la vida y de mi tambor.