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La Revista

La lucha de una trabajadora social Indígena por el cambio sistémico

a plant in soil is held within the palm of two hands.

La sabiduría Indígena me empodera como trabajadora social Nativa, para abogar por la descolonización dentro de mi campo de trabajo. En este rol, enfrento la realidad de que el trabajo social, tal como existe hoy en día, no está inherentemente diseñado para poner fin a la marginación o explotación.

Un claro ejemplo de colonización en el trabajo social se ve cuando los niños no Indígenas son separados de sus familias, cultura y lengua al ser enviados donde padres de crianza blancos, incluso cuando familiares biológicos estables, como una tía o un tío, están disponibles.

Durante seis años he trabajado con niños en acogida, sobrevivientes de trata de personas y familias sin hogar. Sin embargo, a menudo me he sentido como si estuviera aplicando soluciones temporales a problemas sistémicos más profundos, ya que las barreras burocráticas y las políticas rígidas eclipsan las oportunidades de soluciones genuinas y a largo plazo.

La colonización persiste cuando los trabajadores sociales mantienen una mentalidad de “negocios como de costumbre”, negándose a cambiar políticas dañinas que impiden a las personas y familias liberarse de sistemas opresivos. Al principio de mi carrera como trabajadora social Indígena, que abogaba por un cambio sistémico y la implementación de políticas transformadoras, a menudo me decían que “nuestro rol es trabajar con individuos, no cambiar el sistema”, y que “el cambio de políticas es responsabilidad de los políticos”. Me sorprendía el silencio de los trabajadores sociales frente a sistemas dañinos, confiando en los políticos para las soluciones a pesar de nuestra experiencia y capacidad para establecer conexiones significativas que podían impulsar el cambio sistémico y reducir el daño.

Descolonizar el trabajo social es una práctica intencional destinada a reducir los impactos negativos que los servicios sociales pueden tener en comunidades ya marginadas, como los pueblos Indígenas. Me di cuenta de que mi misión debía ser tanto descolonizar la profesión como cambiar estos sistemas. Las comunidades merecen servicios que no solo brinden alivio temporal, sino que también aborden las estructuras opresivas en las que viven. A través del trabajo social a nivel macro, me he dedicado a abogar por el acceso al idioma Indígena y su singularidad de expresión lingüística, particularmente en agencias como el Departamento de Servicios Humanos (DHS, por sus siglas en inglés).

La falta de acceso al idioma conduce a la eliminación de lo Indígena y a una mayor marginación. También he capacitado a administradores de casos y supervisores de servicios sociales para que comprendan que no deben desestimar a los clientes Indígenas simplemente porque su estilo de comunicación sea diferente. Por ejemplo, los servicios de salud mental en los llamados “Estados Unidos” a menudo adoptan un enfoque directo para recopilar información demográfica, pero los pueblos Indígenas buscan primero construir una relación antes de compartir detalles personales. En el pasado, los clientes Indígenas han sido etiquetados como “no cooperativos” por no responder rápidamente o por permanecer en silencio. Descolonizar el trabajo social requiere comprender que los pueblos Indígenas usan el lenguaje para construir relaciones a través de la narración de historias, y no deben ser descartados como no cooperativos.

Aspiro a ir más allá del statu quo, que desestima a los pueblos Indígenas, para guiarnos hacia una sociedad más empática y holística, con políticas y sistemas descolonizados. Esto implica desafiar suavemente a mis compañeros trabajadores sociales, involucrarse en la introspección a nivel individual, de equipo y organizacional y examinar críticamente los sistemas dañinos que perpetuamos. Animo a todo trabajador social o profesional de la salud mental que esté leyendo esto a reflexionar sobre el daño causado por la complacencia, a abrazar la responsabilidad y a unirse a los esfuerzos colectivos para descolonizar el trabajo social. Esto en sí mismo es una forma de reducir y prevenir el daño.

La descolonización no solo es relevante para mi vida profesional, sino también para mi identidad. He tenido que trabajar en descolonizar mi herencia Indígena, particularmente en cómo ha sido retratada a través de lentes patriarcales. Por ejemplo, se ha esperado que las mujeres Indígenas permanezcan en silencio, aguanten el sufrimiento y eviten roles de liderazgo. El liderazgo descolonizado Maya exige que use mi voz para hablar cuando se me hace daño a mí o a otros, tal como lo hicieron mis antepasadas matriarcales. Sin embargo, también he aprendido que no todos los trabajadores sociales Indígenas apoyan la descolonización. Algunos líderes Indígenas me han reprendido por abogar a nivel de políticas, pero eso no me detendrá.

La importancia de la descolonización en el trabajo social va más allá de abordar el daño experimentado por las comunidades marginadas. Fomenta el bienestar de todas las comunidades a través de cambios de políticas transformadoras. Descolonizar el trabajo social no solo se trata de servir a los pueblos Indígenas. Se trata de crear cambios sistémicos que humanicen a todos los individuos. Al descolonizar el trabajo social, priorizamos la vida colectiva, asegurando que todos prosperemos. Los trabajadores sociales tenemos una responsabilidad colectiva de descolonizar nuestras perspectivas, prácticas y sistemas para el bienestar de todos.

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Sobre la persona autora:

Lucero González Alvarado es una mujer Maya Q’anjob’al con una maestría en Práctica de Derechos Humanos y una licenciatura en Trabajo Social. Tiene siete años de experiencia en trabajo social y cuatro años de investigación en Derechos Humanos. Actualmente, trabaja en la organización Comunidad Maya Pixan Ixim (CMPI) como gerente de programa a tiempo completo del Programa de Derechos Humanos de los Pueblos Mayas e Indígenas. Anteriormente, trabajó durante dos años en investigación de Derechos Humanos con el relator especial de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos Indígenas, también como asociada de investigación documental y como contratista de Derechos Humanos y Diversidad, Equidad e Inclusión (DEI) en CMPI.