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La Revista

El genocidio palestino SÍ ES destrucción ambiental

Trazando paralelismos entre la colonización de Palestina y de Turtle Island, y la devastación ambiental que ambas tierras han sufrido a través de la guerra química y la ocupación.
Las personas con carteles que piden el fin del genocidio en la Franja de Gaza han sido algo común en las protestas pro palestinas. Christoph Reichwein/Picture Alliance vía Getty Images

El medio ambiente es una víctima inevitable de los conflictos políticos modernos. Las guerras ya no se emprenden en un campo con escopetas de madera, como lo hacían hace siglos. Las tecnologías modernas utilizadas en las guerras hoy en día, son cada vez más devastadoras. Cuando nos referimos a los daños ambientales, es importante recordar que la gente y el medio ambiente no existen por separado, y ni siquiera independientes la una del otro. La gente de una tierra, las generaciones anteriores que han labrado esa tierra, la generación actual que la cuida y que de ella sobrevive, y hasta las generaciones que están por llegar, todas son partes integrales de un ecosistema. El agua potable, las plantas, los animales, los cultivos y “el clima, los paisajes, las partes bióticas o vivas, los factores abióticos o partes no vivas”, todos son factores de un ecosistema, según la National Geographic Society. Los ecosistemas se han cuidado meticulosamente por las y los administradores palestinos de la tierra, a lo largo de varias generaciones antes del comienzo de la ocupación de Israel en 1948. Por lo tanto, es importante entender la gravedad de los daños y las perturbaciones ambientales.

Según investigaciones realizadas por David Butterfield, Jad Isaac, Atif Kubursi y Steven Spencer para la Universidad McMaster y el Econometric Research Limited, “la agricultura es el sector más grande de la economía palestina; genera más del 25% del Producto Interno Bruto de Cisjordania y de Gaza, provee empleo a más del 15% de su población”. A medida que el paisaje aguanta cada vez más ataques traumáticos, las y los palestinos en Gaza enfrentan una falta de sostenibilidad, tras una ocupación humillante y degradante de 76 años a manos de Israel.

"A medida que el paisaje aguanta cada vez más ataques traumáticos, las y los palestinos en Ga'za enfrentan una falta de sostenibilidad, tras una ocupación humillante y degradante de 76 años a manos de Israel."

Al Jazeera informó que “según el Euro-Med Human Rights Monitor, Israel ha lanzado más de 25.000 toneladas de explosivos en la franja de Gaza desde el 7 de octubre, equivalente a dos bombas nucleares”. La tecnología de la guerra química, como es el fósforo blanco utilizado en las bombas antibúnker proveídas por Estados Unidos a Israel, pueden causar quemaduras e irritación, daños al hígado, a los riñones, al corazón, a los huesos y además la muerte, según la Agency for Toxic Substances and Disease Registry (ATSDR, por sus siglas en inglés).

Según el CDC, la radiación de los mísiles y de las bombas, junto con los metales pesados y las sustancias químicas, como el uranio-235, un agente químico utilizado en las bombas nucleares que tiene una vida media de 700 millones de años – el plazo que cualquier sustancia requiere para que la mitad de su cantidad original se descomponga – tienen un impacto irreparable. Este componente, que se filtra en el suelo y se mezcla con el agua potable, es suficiente para impactar a las generaciones venideras con cánceres fatales, alterar la genética de las plantas, los animales y los propios ecosistemas que todas y todos requieren para sobrevivir.

Cuando los colonizadores llegaron a Turtle Island (conocido hoy como “Estados Unidos”) desde España en 1492, seguidos por varias otras naciones invasoras, y finalmente los ingleses, las naciones indígenas experimentaron devastaciones agrícolas y ambientales. La pérdida de más de 90 millones de acres de tierras ancestrales, el desplazamiento, la devastación poblacional generada por enfermedades como la viruela – empleada por el Gobierno como arma de guerra contra las naciones indígenas de ese tiempo – y las especies invasoras de animales, como los cerdos y las ovejas, y la ocupación de los colonos blancos, acabaron con “las viejas formas” indígenas de vivir y de prosperar de nuestras y nuestros ancestros.

Por ejemplo, los cerdos de Europa rápidamente aumentaron el tamaño de su población, destruyendo cultivos y ecosistemas. Como afirma Climatehub, “es una especie destructiva e invasora, que causa daños extensivos a los ecosistemas naturales, a las tierras de cultivo, a los pastizales y a las operaciones ganaderas”. Hoy en día todavía intentamos sanar y revertir la destrucción de la tierra por los colonos en su afán por extraer las riquezas y recursos naturales, las repercusiones de las guerras de los colonizadores y los impactos ambientales de la deforestación de cultivos, semillas, plantas y pasto.

Si bien es un hecho conocido que los gobiernos se benefician de la guerra, la carga de sanar siempre recae sobre la gente que está sufriendo. Con ejemplos como las y los sobrevivientes del bombardeo estadounidense en 1945 de las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, según Time Magazine, la gravedad de los hombres adultos jugando juegos de guerra, y el infierno en la Tierra experimentado con sus víctimas, son hechos atroces de la guerra y de la ocupación.

Aunque las y los judíos y árabes cohabitaron en Palestina por miles de años, tal vez no nos queda claro lo que significa una ocupación. Israel violentamente despojó a las y los palestinos de sus hogares y tierras ancestrales en 1948, para que familias judías vivieran en aquellos mismos hogares, junto con la limpieza étnica del pueblo palestino, y la imposición y ejecución de su infraestructura gubernamental, es una ocupación.

De manera semejante, los pueblos indígenas de Turtle Island fueron expulsados de sus tierras, internados en campos de detención y arreados a reservas indígenas, donde padecieron las imposiciones del gobierno estadounidense. Sobreviviendo con pequeñas raciones gubernamentales, los resultados irremediables fueron la inanición y una pérdida traumática de un pueblo y sus costumbres, así como la prohibición de ritos espirituales y ceremonias indígenas, la posesión de objetos sagrados y las canciones y tradiciones, sin que el gobierno estadounidense tomara ninguna acción correctiva, hasta la Ley de Libertad de Religión de 1978, como se cita en GovInfo.gov.

A medida que Gaza enfrenta uno de los genocidios más espantosos de la historia moderna, con más de 29.000 personas asesinadas desde que empezaron los ataques de guerra de Israel en octubre, alrededor de 2,2 millones de palestinos enfrentan alarmantes niveles de inseguridad alimentaria, y 576.000 enfrentan hambruna en Gaza, como se cita en wfp.org. El Islamic-relief.org afirma que “en la escala internacionalmente reconocida de cinco fases, utilizada para clasificar las crisis alimentarias, se cree que más de medio millón de personas en Gaza – una cuarta parte de toda su población – actualmente se ubica en la Fase 5, la más severa, que es el nivel ‘catastrófico’, lo cual significa un alto riesgo de inanición o muerte a nivel masivo”.

El que se permita que sucedan estas atrocidades humanitarias y ambientales en cualquier parte, ¡representa una amenaza para todas y todos! Como afirmó Samira Homerang Saunders, investigadora del Centre for Climate Crime and Climate Justice, Queen Mary, University of London, “la guerra crea una biósfera tóxica . . . En 2013, el director de oncología en el Hospital Al Shifa en Gaza señaló que él esperaba la duplicación de las tasas de cáncer dentro de cinco años, tras el uso israelí del uranio en la guerra de 2008-2009. Él se refirió a dicha campaña, como una ‘catástrofe ambiental’”. Cisjordania en Palestina, ha aguantado ataques de las fuerzas israelíes, pero con los últimos siendo en diciembre de 2023, queda claro que Gaza representa un blanco desproporcionado.

Un censo en 2017 registró que Gaza contaba con una población total de 590.481 personas. Eso significa que casi una cuarta parte de la población de Gaza ha sido sistemáticamente eliminada. Un eco inquietante de los pecados originales de Estados Unidos, cuando más de 10.000 personas Cheroqui, Chickasaw, Choctaw, Muscogee, Seminola y de otras naciones nativas americanas murieron en el Camino de las Lágrimas, descrito como un desalojo forzoso por el Servicio de Parques Nacionales.

Como fue nuestro destino como pueblos indígenas en Turtle Island, las y los niños y familias palestinas ahora sufrirán traumas intergeneracionales, y tendrán que sanarse de heridas espirituales y psicológicas profundas, junto con un camino de regreso largo y doloroso a cualquier nivel de sostentabilidad y de seguridad.

Como fue nuestro destino como pueblos indígenas en Turtle Island, las y los niños y familias palestinas ahora sufrirán traumas intergeneracionales, y tendrán que sanarse de heridas espirituales y psicológicas profundas, junto con un camino de regreso largo y doloroso a cualquier nivel de sostentabilidad y de seguridad. Es inimaginable que el pueblo palestino sane hasta no haber un cese al fuego permanente y una solución de dos estados en marcha. No “en negociaciones” o “pendientes”, sino avances verdaderos que provean al pueblo palestino una vida prospera, digna. La limpieza étnica y el genocidio del pueblo palestino, no puede formar parte del camino a seguir.

Si hemos aprendido algo en los últimos 500 años de colonización aquí en Turtle Island, es que sabemos que cuando perdemos nuestras costumbres y formas de vida, el mundo pierde una parte de sí mismo. Los modos de vida, el cuidado de la tierra, las canciones, las historias, las tradiciones y la esencia de un pueblo, representan el precio irreconciliable del genocidio. El mundo nos necesita a todas y a todos. El medio ambiente nos necesita a todas y a todos. Lo que hacemos hoy verdaderamente impactará a las próximas siete generaciones. Especialmente si lo que se transmite son traumas intergeneracionales, demencia nacionalista y espiritual y la idea que unas vidas son más importantes que otras.

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Sobre la persona autora:

Reconocido como “un ejemplo de posibilidad para personas que viven con VIH” por la revista Advocate, el dos veces nominado al Premio de la Música Nativa Americana y músico two-spirit de la nación Cherokee, Tony Enos, celebra 16 años como cantante, compositor, productor, animador, activista y escritor con el lanzamiento de su sexto álbum de estudio “Indestructible”. Como intérprete del Kennedy Center y embajador de United States U=Ui, continúa fomentando el amor, la unidad y la conciencia, y la resiliencia del espíritu humano a través de su música.